Educación sexual. Procurando dar respuesta. (2/3)

  En un artículo anterior se plantearon 6 preguntas surgidas a la hora de intentar un camino por el que transitar el controvertido tema de la educación sexual dirigida a niños y jóvenes.

  Al empezar a desglosar el tema quedaron evidenciados que los qué, cómo, cuándo, dónde, quién, por qué, ponían en juego una temática difícil de organizar a partir de definiciones y desarrollos simplificantes.

  Así decía aquel primer artículo.

  Qué enseñar irá de la mano de la edad de los alumnos, lo que llevará al cómo –de qué manera brindar el contenido–. No se podrá determinar lo anterior sin tener en cuenta qué momento u oportunidad será el adecuado, esto es el cuándo. Quién lo llevará adelante –docente de aula o externo– y por qué deberá trabajarse cada contenido, que dependerá a su vez de las razones o argumentos para hacerlo.

  Así se mostraba de manera esquemática

  Sin embargo al hablar de educación sexual y sexualidad humana se debe adoptar un punto de vista que permita identificar los elementos que van más allá de la simple, o básica, información. La mera transmisión de datos se queda en la superficie del tema. Si se opta por describir, informar, explicar la anatomía y fisiología del sexo, como se decía en el artículo anterior, no hay más que seguir la guía que muestra el esquema. Pero la sexualidad humana es un tema que ingresa en áreas particulares, tan particulares como particulares e individuales son las emociones, los sentimientos, los valores aceptados, o no, que parten de la comunidad de pertenencia.

  Teniendo en cuenta que los preceptos morales y religiosos no son idénticos para todo el universo social, religioso ni político en su más amplia expresión, ¿cómo elaborar un currículo educativo que atienda las múltiples variables?

  Desde lo particular a lo general es posible reconocer que cada familia, cada grupo humano, voluntaria o involuntariamente, transmite valores, sus valores, los que afectan sus conductas, su vida diaria individual y grupal.

  Por otro lado esas personas podrán pertenecer a grupos de trabajo, de profesionales, de académicos, con sus propias normas éticas explicitadas o implícitas, las que podrán aceptarse a rajatabla, cuestionarse, violarse, eludir, de acuerdo a cada conciencia individual. El grupo de pertenencia dispondrá, a la vez, cuáles serán las sanciones en caso de que alguien haya faltado a las reglas establecidas en la normativa ética específica. Seguramente son conocidos muchos decálogos con preceptos rectores.

  La moral sobrevuela y atraviesa áreas diversas. Podría decirse que la moral procurará entender el sentido de la ética así como el reconocimiento y práctica de ciertos valores.

  Entonces, ¿hacia dónde deberíamos dirigir la mirada al hablar de educación sexual? Tal vez no será solamente hacia el sexo informado y descripto. Tampoco lo será hacia las costumbres y las prácticas porque esos ejes no son universales. Tampoco a las vivencias del sexo, porque en ellas intervienen una serie de factores absolutamente personales y diversos.

  Fernando Savater señala que lo que caracteriza a la opción moral es ser una decisión personal. Superada la etapa de esperar premios o castigos, o de ir en pos de méritos o reconocimientos, nuestras decisiones finalmente serán autónomas, propias y las guiará nuestra responsabilidad hacia nosotros mismos y hacia otros.

  Tal vez sea por aquí que habrá que sentar las bases de la educación sexual. Comenzar y cimentar la educación de la persona, la formación de un ser humano que no se piensa solamente a él mismo, en la satisfacción propia, en esa suerte de narcisismo perverso del que daba cuenta Boris Cyrulnik en el que solo importa el yo personal, individual y donde no hay cabida para el otro, para los otros.

  Pensar en el respeto y valoración de la persona física y emocional propia y del otro, de los otros. Fomentar las prácticas de respeto en la comunicación verbal y no verbal, emplear palabras y actitudes respetuosas.

  Por el momento quedémonos por aquí. Esta es la idea central: educar en valores humanos, fomentar el desarrollo de prácticas respetuosas con el cuerpo propio y con el cuerpo de los otros. La educación sexual empieza por la educación del ser humano. Enseñar a respetar la diversidad, la identidad de género, la no discriminación del otro. Procurar el desarrollo del pensamiento hacia expresiones que no ofendan, de palabras que no castiguen.

  ¿Por dónde comenzar? En próximas entregas se tirarán algunos cables a tierra tratando de generar respuestas concretas, caminos prácticos sobre los que puedan transitar familias y docentes.

  Como principio y cierre se podría aventurar que lo único universal en este tema tiene que ver con la descripción y la información sobre la anatomía y la fisiología que atañe a nuestra especie.

  Todavía queda mucho por decir, muchas páginas para escribir y, sobre todo, mucho para reflexionar.

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