Muros y muros

  Mucho se ha hablado y se sigue hablando, opinando y argumentando, al respecto de la soledad en las redes sociales. Es más que común escuchar y leer acerca de que, cada vez más, parece que al conectarnos al mundo nos desconectamos de las personas sin siquiera darnos cuenta. Así planteado parece un absurdo, un sinsentido.

  Lo habían previsto los analistas y estudiosos de la comunicación pero, ¿está ocurriendo?

  Suceden varios hechos paralelos; algunos hilos para observar y estudiar corren transversalmente a la comunicación social en las redes. Uno es la constatación de una generación de analfabetos. Según cuenta el artículo, saben descifrar los caracteres pero no comprenden lo que leen. Lo serio de este asunto es que no hay conciencia de que esto sucede. En general se piensa que porque se puede leer de punta a punta una frase significa que se “sabe leer”. No sucedería lo mismo si se intentase leer una página con una serie de caracteres desconocidos. Dicho de otra manera: se tiene la ilusión de saber leer cuando en realidad solo se está decodificando la fonética.

  Otro hecho constatable es que se suele creer que se ha leído un artículo cuando no se ha pasado del titular del mismo. Así ocurren errores y se suponen contenidos tergiversados, inexistentes o imaginados.

  Otro hilo a seguir estudiando es el de las opiniones sobre temas diversos publicados en los llamados “muros”. A menudo son breves apuntes, frases para todo gusto y tenor, imágenes, humor gráfico, canciones, trucos de magia, acrobacia, baile… La lista es extensa, muy extensa. ¿Cómo se reacciona a cada una? De manera muy variada.

  Vayamos a las opiniones volcadas en sitios multitudinarios como Facebook o Twitter, un microblogging en donde se puede “seguir” a personas o temáticas específicas con textos breves.

  Obviemos para este artículo a Instagram, en donde se publican principalmente fotos y los contenidos son muy móviles, así como a los foros de temática específica.

  Tengo la sensación, y lo he corroborado en más de una oportunidad, que hay personas que publican opiniones en sus muros de manera pública para decir algo, sin pretender esperar respuesta. Es más, no desean una respuesta a menos que sea un “me gusta” o un comentario a favor de lo escrito.

  Tenemos la invalorable oportunidad de intercambiar opiniones sin necesidad de reunirnos en una mesa de café a la que solo concurrirían los invitados a ella. La mesa de las comunicaciones se ha ampliado enormemente así como nuestras posibilidades de intercambio. Sin embargo siento que no la estamos aprovechando de la mejor manera.

  Están los “miradores de vidrieras” que pasan a ver qué mercaderías se exponen hoy y quiénes las exponen, manteniéndose al margen de todo comentario. Perfil bajo; miran pero callados.

  Otros son los que postean lo que les gusta a ellos. Los muros se llenan de recetas, cuadros, música, adivinanzas, fotos familiares y de viajes, éxitos profesionales, exhibido todo por…. ¿qué? ¿Por qué se hace esto? ¿Necesidad de qué? ¿De hablar aunque no haya nadie escuchando? ¿Es la humana necesidad de estar con otros? ¿Y la llenamos así?

  Por otra parte hay muchos posteos de promoción de trabajos, profesionales, ventas. En ellos la intención es clara.

  Y están aquellos a los que me cuesta entender: los que postean opiniones pero no quieren, no les gusta o les molesta, que alguien que no está de acuerdo con lo expuesto escriba una respuesta contraria a su exposición. Ocurren entonces bloqueos o simples enojos o enconos porque no todos están de acuerdo con lo opinado.

  Entonces, tal vez, cabría sugerir que se anunciara que el material expuesto es “solo para lectura” o “las respuestas serán revisadas por el expositor antes de publicarse”. Santo remedio; no habría más enojados con los vecinos del mundo virtual.

  Generamos una verdadera Torre de Babel, llena de muros y recovecos, en la que parece que hablamos sin entendernos en un mar de incomunicación tumultuoso y confuso.

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