Me permito en este artículo poner sobre la mesa un tema que afecta mundialmente a muchas sociedades. Asistimos a formas paradójicas y a veces contradictorias, recibidas en forma de mensajes que están afectando nuestra salud emocional.
Las falacias, las mentiras, lo dicho una vez sí y otra en sentido contrario, la mezcla de reacciones ambiguas, las actuaciones de personas , un día como ángeles y otras como demonios, las declaraciones opuestas sobre los mismos temas, nos hablan de una disfuncionalidad en la comunicación que afecta y confunde a las personas. En esa confusión, mezcla y aceptación se va perdiendo pie con la realidad.
A manera de introducción a un tema muy vasto y profundo solo se tomarán algunos ejemplos muy gráficos.
Un ejemplo en el panorama político: mientras que se habla de transparencia en la gestión, se vuelve difícil, aún para los parlamentarios, conseguir información sobre ellas. Como una muestra rápida, puede verse esta contradicción en una columna firmada por Pablo Mieres para “Montevideo portal” en setiembre de 2018. 2
Pero contradicciones que nos pueden llevar a volvernos emocionalmente inestables tenemos casi a diario. Observemos estas corrientes que nos llevan de un lado a otro, como al boxeador que, golpeado por el contrincante, es empujado una y otra vez contra las cuerdas.
Nos dicen que la felicidad está en las pequeñas cosas de la vida y las imágenes en las redes sociales nos muestran a un niño sonriendo feliz mientras cocina algo en una olla destartalada, en el suelo, sobre unas maderas encendidas y comparte en recipientes de desecho, su comida con otros niños. Los navegantes de las redes lo comparten como un gesto de enorme comunidad humana. Y sí, por un lado es cierto.
Esa pobreza de recursos conserva la generosidad de entregar parte de lo poco que haya los otros.
Pensémoslo ahora desde otros mensajes. Nos muestran un cuadro dividido en dos en el que se contraponen un par de imágenes: en una hay varios niños comiendo un puñado de arroz en un escenario de pobreza extrema, y en la otra, frutas y verduras desbordan comederos de chanchos. Luego el mensaje nos habla de las inequidades.
Es cierto. Sí, no son contradictorias porque ambas cuestiones pueden coexistir: por un lado la generosidad de repartir en pobreza y por otro la injusticia de que los animales coman mejor que aquellos niños.
Interpretaciones puede haber muchas más al respecto del ejemplo anterior y seguramente muchas serán válidas. Pero, ¿qué genera este bombardeo de mensajes contradictorios? Y podemos poner más ejemplos: “abran las fronteras para recibir a los inmigrantes” versus “tenemos que asegurar el trabajo para todos los uruguayos”.
Pensemos juntos: en una frase incluimos y en la siguiente excluimos porque al señalar que debemos asegurar el trabajo para los uruguayos estamos, inconscientemente, creando un grupo de exclusión.
Estos y otros miles de asuntos, aunque no nos demos cuenta de inmediato, hacen que nuestras cabezas oscilen entre una idea y otra. Por momentos creemos y tenemos ciertas certezas y en otros momentos sus opuestas.
Las comunidades sufren las consecuencias de estos desdoblamientos de sentido. Se pierde el interés. Hay aislamiento, que puede manifestarse en una sobredependencia digital. Se busca satisfacción o compensación en drogas, alcohol o en conductas que rompen con las reglas de convivencia.
Vamos a volver sobre la esquizofrenia social. Intentar dilucidar sus causas y consecuencias puede ser un buen camino para enfrentarla.
1http://es.rfi.fr/ciencia/20160225-conocer-mejor-la-esquizofrenia-para-tratarla-mejor
2http://columnistas.montevideo.com.uy/uc_303342_1.html
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